Catamarca letras

martes, julio 18, 2006

El 3 de Abril de 2001

Ese día fui a dar clase, a la salida, y como por casualidad, me encuentro con María quién se acercaba a mí caminando muy resueltamente y con una sonrisa verdaderamente envidiable, destacándose entre la gente su figura y más aún su rostro.
María del Valle Ortúzar, conocida y querida por nuestra familia, con unos cuántos nietos y pasaditos los 65 hacía rato, hoy, se encontraba particularmente linda.
Me llamó la atención, la especial belleza de su mirada, desde el café de sus ojos, denotando un mágico fulgor que transmitía además de tranquilidad una inconmensurable paz.
Entre su largo cabello castaño, apenas ensortijado, cayendo hacia delante, se veían unos blancos y grandes aros que le daban un toque “español”.
Durante un breve lapso se cruzaron nuestras miradas, ambos nos saludamos. Pude ver su amplia sonrisa, llena de alegría; entonces su rostro me pareció iluminado, no tanto por el sol, sino por una luz que parecía extraña, sobrenatural; al punto que llegaba a contagiar esa sensación momentánea de que no existen los problemas, ni hay motivos para angustiarse.
Me uno a ella y juntos caminamos hasta la plaza. Nos sentamos bajo un hermoso y florido lapacho rosado, el que rápidamente nos envolvió con su aroma mezclándose con los comentarios de María acerca de sus hijos y, especialmente, sus nietos. Luego hablamos de los míos y en general de las hazañas de los niños.
Miro el reloj y automáticamente María me dice que es hora de irse; se levanta alisando su pollera roja con un toque particularmente femenino, baja la mirada observando sus zapatos y me pregunta si me gusta su blusa blanca . Recién ahí me doy cuenta que no llevaba cartera.
Me levanto para saludarla con un beso y le comento que me dejó pensando al asegurarme cómo sería su nieta, la que nacería dentro de un mes y medio y el porqué estaba tan bella.
Su respuesta fue un beso en mi frente y el comentario : Ahí viene el diariero, ¡chau!. Y casi sin darme cuenta, la perdí de vista.
Compré el Ancasti y a pesar de leer las diversas noticias del diario no podía dejar de pensar en este tan extraño encuentro. Paso las páginas rápidamente y en una de ellas leo: María del Valle Ortúzar q.e.p.d. falleció el 2 de abril de 2001. Su hermana Graciela, sus hijos Leandro, José y Laura, sus nietos Alicia, Cristina, Edgardo y Julián participan con profundo dolor su fallecimiento y comunican que sus restos...


Ó Armando V. Favore