Catamarca letras

martes, julio 18, 2006

La mañana

Ya la noche abandona el terruño, febo incursiona tímidamente; vuelven los pájaros con su trino esperanzador. Estoy solo, observando. Tu recuerdo retorna como el día, lacera mi costado y demuestra una vez más que me hallo inerte, que el amanecer no representa para mí una nueva oportunidad.
La nieve aún no desaparece, frente a mi ventana dos caballos pastan el congelado alimento mientras sus fauces hambrientas generan blancas nubes ascendentes. Salgo y busco aspirar, no ingresa el frío aire que espero, tampoco emana de mí un poco de vapor. Nada. Siento esto como un castigo; nada siento, solo este dolor por ti... que te has quedado.
Regreso a la casa e ingreso a tu aposento. Estoy ya a tu lado, respiras, duermes, el Dios de los sueños te lleva a su mundo para prodigarte descanso verdadero; veo rastros de tus lágrimas surcándote el rostro, no puedo tocarte... intentaré el robo de un último beso, quizá Morfeo entienda mi sufrimiento y lo haga posible. Enternecido estoy por tu rostro en paz, por esos labios rosados, capaces de besar. Me acerco mirándote a los ojos y al abrirlos el verde esmeralda de tu destello se apiada de mí, intentas verme pero solo estará presente entre ambos el fracaso mientras vivas.
No importa la mañana con su sol. No importan la vida y los pájaros, solo importas tú... querida.
Te esperaré.

Ó Armando V. Favore