Catamarca letras

viernes, septiembre 01, 2006

TRES ROSAS

--- Es inexplicable doctor, Ud. como botánico debería saber qué ocurre aquí.

--- Ud., mi querido Adrián, comprenderá que este caso es único en el mundo, es más, no sé, porque no he tenido noticias al respecto, que se haya podido lograr este fenómeno, ni aún con la manipulación genética.

--- Entonces ¿qué pensar?. Además es maravilloso, todos quisiéramos tener una planta así.

--- ¿Cuántos años diría Ud. que tiene?

--- Preguntémosle a Don José, él ha sido el jardinero de esta casa desde el año 1955 y sabe el origen, que a mi parecer a sido natural y espontáneo.

--- Buenos días Don José. Le presento al Dr. Rocamora, él se dedica a la botánica e investiga casos extraños.

--- Buenos días Sr. Adrián, mucho gusto Dr. Rocamora, a sus órdenes. Si están interesados en la planta, que hemos bautizado Las Tres Anas, solo puedo decirle que la estoy cuidando desde que no era más que un pequeño brote, que apenas sobresalía entre la gramilla.

--- Mucho gusto Don José, pero me interesaría saber qué antigüedad tiene la planta, pues se la ve con tallo joven y tierno. Además veo que ahora está en flor y si Ud. puede informarme cada cuánto florece, en fin... lo que me pueda detallar, se lo agradeceré. Quién mejor que Ud.

--- Muy amable Dr., y si todavía no he cambiado de lugar de trabajo fue en gran medida por mi fidelidad a esta planta, aunque me parece que me sobrevivirá. No creo que ella o ellas algún día mueran, pero yo sí.
Como le iba diciendo doctor, habrá Ud. observado que en realidad hay seis tallos, tres están en flor pero los otros tres tienen brotes de pimpollos, uno cada uno. Tres tallos, tres pimpollos, tres tallos, tres rosas; una rosa de cada color, pero no eligen donde brotarán, llevan un orden, se van rotando, siguiendo el movimiento de las agujas del reloj.

--- Muy interesante Don José, muy interesante, pero dígame ¿Cómo sabe estos detalles?

--- Vea Dr. llevo ya cuarenta y cuatro años cuidando este rosal, jamás..., escuche lo que le digo, jamás ha pasado un día, desde que brotaran las primeras tres rosas, en que no haya tenido flores. He tenido tiempo suficiente para estudiar su comportamiento. Me llamó la atención que la rosa blanca que hoy ve allí, en la floración anterior, es decir hace dos semanas estaba en el lugar que ahora ocupa la de color rosa pálido y ésta en el lugar de la bordó aterciopelada.

--- ¿Que otra curiosidad encierra esta planta Don José?

--- Le diré Don Adrián, más que lo que acabo de relatarles, me asombra totalmente el hecho de que cada flor conserva su perfume particular. El de la blanca es medianamente intenso y algo dulzón; en cambio el de la rosa pálido es acorde al color, suave pero profundo; y la bordó tiene fuerza y penetración, además de persistencia en el ambiente, mueve hasta fibras internas de uno. Yo quedo extasiado frente a ella.
Observen sus formas, son perfectas. Jamás se ha marchitado una flor, nunca un pétalo dañado. Son visitadas por abejas todos los días y cuando uno espera que se abran totalmente, simplemente desaparecen.

--- Explíqueme un poco más en detalle esto que acaba de mencionar. ¿Cómo es eso de que desaparecen?
--- Mal podría yo Dr. dar una explicación, solo le comento mis apreciaciones. Cuando uno ve un pimpollo que aún está cubierto por esas hojitas verdes, piensa en una niña bebé, luego la ve abrirse paso e insinuando su belleza, la compara con una niña púber; más adelante se manifiesta la flor cuan bella es, donde se adivina la perfección de sus formas, puede apreciarse su aroma y se imagina a esa mujer joven a punto ya de abrirse a la vida, de abrirse al mundo adulto y al amor. Se aguarda con ansia el día siguiente, cuando cree uno que la verá en toda su madurez, en toda su manifestación femenina, la rosa que ya debería ser mujer, simplemente desaparece. No pueden, estas flores, jamás llegar a ser mujeres mayores, mucho menos, marchitarse y perder la belleza. Simplemente desaparecen, dejándonos un recuerdo de juventud, de lozanía, de armonía en la perfección de sus formas, colores y aromas.
Jamás he podido cortar una flor de este rosal, ellas me piden que no las corte, las escucho hablarme. Y si alguien se interesa en llevarlas solo me limito a invitarle para que huela y aprecie a Mis Tres Anas.

--- Dígame Don José, ¿Por qué ese sentimiento de pertenencia hacia la planta, por qué las nombra como Mis Tres Anas, después de todo Ud. es solo un empleado de esta casa y si la esposa de Don Adrián le pidiera... ¿Qué oculta Ud. Don José?

--- No oculto nada Dr., ocurre que no me atrevo a irme pues pienso que finalmente moriría la planta. Hay entre nosotros un lazo tan fuerte, me atrevo a decirle que es un lazo de amor. Las rosas nacen, crecen y desaparecen siempre igual y lo hacen para mí. Temo que si no estoy...
En cuanto a cortarlas... Ya Doña Liliana, la madre del Sr. Adrián me pidió que no lo hiciera nunca. Pensé que ella las quería ver siempre así y como era la dueña de casa le obedecí. Tras el fallecimiento de la Sra. Liliana todos creímos que podríamos cortarlas y al acercarme a ellas, tijeras en mano, sentí una fuerza, un mensaje, un impedimento en mi interior para cortarlas. Fue como si Las Tres Anas me pidieran, me suplicaran que no las corte. Por eso tengo miedo de lo que les pueda llegar a pasar el día que yo parta de este mundo.

--- Bueno, bueno, parece que el relato de Don José se está poniendo interesante Dr. Recuerdo cuando era niño que él me contaba acerca de un terrible accidente ocurrido en las cercanías de aquí y que tenía algo que ver con esto.
Lo escuchamos Don José, relátele al Dr. Rocamora ese asunto del automóvil que se volcó.

--- Cómo no Don Adrián, aparte el relato me permitirá contestarle al Dr. acerca del nombre con que bautizamos a la planta la Sra. Liliana y yo.
El camino antiguo pasaba exactamente a 50 m. de aquí, un Chevrolet nuevo venía a muy alta velocidad, fue en Setiembre del 57, más precisamente el 19; ya era de noche ...


--- ¿De qué color será tu vestido Fabiana?
--- Rosa..., un rosa pálido, es mi preferido. Irá acompañado por una gargantilla al tono, igual que la cartera y los zapatos. ¿Y tu vestido, Ana?
--- ¡Ah!, el mío será de un color más fuerte, el que me gusta, un bordó aterciopelado, igual al del rosal de mamá y además me compré un perfume idéntico al de las rosas de casa, bien penetrante e intenso. Falta preguntarle a Mariana.
--- Yo soy menos pretenciosa, para mí el blanco. Mamá ya me compró la tela para el vestido, así que ella marca y corta los moldes mientras yo coso. ¿Les gusta el color de los botones?
Entre risas, consejos y deseos, las tres amigas siguieron preparándose para la fiesta del Sábado.
--- Apúrate, Ana que las chicas ya vinieron a buscarte
--- ¡Ay! Es que no sé como me queda el peinado mamá. Decile a las chicas que pasen, que aunque se haga tarde no quiero estar hecha un mamarracho.
--- Hola Fabi, hola Mari, díganme sinceramente: ¿Cómo me queda?
--- ¿Que cosa, el vestido, los zapatos o el peinado? De todas formas estás preciosa. ¿Y nosotras?
--- Es que Uds. son perfectas.
Ya le pedí a papá que nos lleve con el auto y pobre, me dijo que se iba a levantar para buscarnos y dejarlas a Uds. en su casa. No creo que lo haga de bueno sino para mostrar su auto nuevo.
--- No seas mala Ana, si tu papi es un santo, aparte ya habló con los nuestros para que no se preocupen. Bueno... ¡Vamos!
--- ¡Querido! ahí bajan las chicas, tomá las llaves del auto y los documentos
--- ¡Epa!, ¿qué ocurre aquí?. ¿Mis niñas van a algún concurso de belleza y yo no me enteré? ¿O son tan pintones los muchachos?. Decime Gabriela, ¿No están hermosas? Y con esos vestidos parecen tres bellas rosas, una de cada uno de mis colores preferidos. Y además, han hecho coincidir sus perfumes. ¡Realmente están perfectas!
--- Gustavo apúrate, que llegarán tarde a la fiesta. ¿Tomaste la pastilla para el corazón?
--- Si, si, si querida. En un rato estoy de vuelta y así me podrá retar todo lo que quieras, ahora déjame disfrutar de estas tres bellezas.
--- Hasta luego, que se diviertan y pórtense bien. No tomen frío.
--- Hasta luego.
--- ¿En serio papi que tomaste la pastilla?
--- No, no es cierto. Lo que pasa es que ya estoy harto de esto de los médicos, que a una hora el jarabe, la inyección dos veces a la semana y encima no olvidar las pastillas, y tu madre que no me deja ni a sol ni a sombra...
--- Bueno papi, pero es por tu bien.
--- Si, ya sé. Ahora te pareces a mamá.
--- Chicas, ¿se acuerdan de José, el jardinero de la Sra. Liliana?. Ayer me habló, dice que quiere ser mi novio y que como las tres somos inseparables él sería capaz de cuidarnos a todas, protegernos, pero que me ama. Es una promesa que él hace para toda la vida. Dice que sería incapaz de separarnos, pero que no podría vivir sin mí y por consecuencia sin ninguna de las tres.
--- Suena rara esta proposición, pero José es tan bueno que yo creo que lo dice de corazón, no sé si podrá cumplirlo dándole el si pero la intención la tiene y creo que es sana. Decime Ana, a vos ¿te gusta José?
--- Me parece Mariana, que a las tres nos gusta. Pero será para una sola
--- Quién sabe, Fabiana, quién sabe que nos depara el destino. Creo que José será capaz de cuidarnos con su propia vida, lo vi en sus ojos.
--- Anita, acabo de tomar por el camino de la casa de Doña Liliana. Aunque hay algunos baches es más rápido y quiero volver pronto a casa. No me siento bien.
--- Acuérdese Don Gustavo que hay una barranca más adelante y luego una curva. Según me dijeron, de noche no se ve nada, aunque este auto tiene buenas luces.
--- Quedate tranquila Fabiana, ya conozco el camino andando de noche.


¡Hay, que dolor! .!Además el brazo, no puedo controlar el auto, mi corazón!, no puedo sacar el pie del acelerador... Dios...


--- ¡Que golpe, por Dios, me duele todo, no veo. ¡Mi cabeza, como duele. Sangre, me sale sangre de la sien. Ana, ¿donde estás? Soy yo, Fabiana. ¿Y Mariana?. Me sale sangre.
--- Tengo frío Fabi, tengo frío Ani. Vengan, por favor, las necesito.
--- Ya estamos cerca Mari, nos arrastramos un poquito y estamos las tres juntas, siempre juntas, ya ni la muerte nos separará. Ya pasa el frío, ya no nos duele nada. Ya... ya... ya...


--- Cerca de las dos de la mañana nos enteramos del accidente, Dr. Rocamora, cuando nos despertó un policía golpeando la puerta y pidiéndonos si es que podíamos ayudar.
Le comenté al comisario que yo conocía a las chicas.
Me paré frente al terrible cuadro, sin saber qué hacer. La vi a Ana, inseparable de sus amigas y en silencio les reiteré la promesa.
Aquí, justo aquí estaban ellas, Mis Tres Anas. Hoy, como puede ver, doctor siguen aquí, perfectas, siempre las tres... y yo las cuido. Nunca serán marchitas, seguirán siempre bellas, y cuando deban crecer solo desaparecerán.