Catamarca letras

sábado, septiembre 02, 2006

La cita ineludible

Clara fue a visitarlo, tenía una consulta que hacerle. Al verlo sintió que todo su pasado volvía a renacer. Pero debía convencerse de que aquello no volvería ya.

El repique de las campanas indicó las diez.

Carlos la recibió en la oficina, con la simpatía de siempre, pero al mirar sus ojos vio que no tenían el brillo de antaño, hasta pensó que les faltaba su natural color miel.
Ella tomó asiento, miró la estufa apagada y con un gesto demostró tener frío. Carlos se apresuró a traer y colocar una campera sobre el saquito rojo que le cubría la espalda. Clara sonrió por la amabilidad.
El tema que motivó su visita giró en torno a asuntos divinos, acerca de Dios, los ángeles y la Virgen María. Supo que Carlos era la persona adecuada para ayudarla en esta duda existencial.
Al partir le devolvió la campera y corrió escaleras arriba, como temiendo llegar tarde a una cita muy importante. Él quiso acompañarla, pero la perdió de vista rápidamente.
Dos cosas sorprendieron a Carlos: El frío que sentía Clara no disminuyó durante la breve pero sustanciosa entrevista... y la premura de la dama por tratar un tema tan importante.
Decidió salir a caminar y reflexionar al respecto, se colocó la campera y contrariamente a lo esperado sintió frío. Al salir a la calle vio que había ocurrido un accidente en la esquina. Un niño pasó a su lado y le dijo algo de una señora con un saco rojo.
Las campanas repicaron, indicando las diez.