Catamarca letras

martes, julio 25, 2006

Última voluntad

París, 9 de noviembre de 1528
Querida Leticia:
Sabías que lo nuestro no podía ir más allá de lo permitido por la sociedad. Claudia ejerció su poder, pero pude descubrir en ti al amor.
Tu manto ardiente traspasó todos los confines, naturales y sociales; gallardía femenina, entereza de mujer y pasión en tu vida ardorosa me conquistaron.
Aquí me ves, atado a éste que parece ser mi destino final, me queda tan solo el consuelo de que podré verte en otro mundo menos doloroso y mientras te espero iré tras de ti a custodiarte.
El cadalso está ya preparado para mí. ¿Cómo podría un juglar arrebatar tu corazón noble, mas tu magia me hechizó y este simple plebeyo fue amado por ti. Y me prosterno ante ti, no ante la reina, sino a los pies del más excelso de los seres de la creación, me arrodillo ante la mujer que eres y doy gracias a Dios por haber recibido tus besos, caricias y tu corazón. Lamento que ya no.
Por eso expreso, victimado por las circunstancias, mi última voluntad. Deseo mirarte nuevamente a los ojos, llegar en un póstumo acceso a tu alma y redescubrir el error de aquellos que creen separarnos.
Te amo.



Francisco I, rey de Francia


Ó Armando V. Favore