Catamarca letras

martes, julio 25, 2006

Ella

Su llegada me sorprendió. La larga y lacia cabellera caía sobre una estilizada figura femenina vestida de negro.
Debí admitir su belleza, inigualable diría yo. Desde lo profundo de su mirada se palpaba una tremenda paz.
De pronto desapareció el paisaje, solos ella y yo.
_ ¿Quién eres? - pregunté intrigado – Sales de la nada, me encandilas con tus ojos y…
_ Y te estás enamorando de mi - respondió
_ ¿Qué haces con mi corazón? ¿Qué haces con mis sentimientos? – pregunté

Amo a Clarissa desde que la conocí, jamás pude amar a otra mujer. Mi querida María Belén fue el dulce retoño que calmó nuestros días de angustias.
Siempre fueron todo, absolutamente todo para mi. Sólo dos mujeres sumadas a Mamá.

_ ¡Las amo! Pero ahora apareciste en mi vida, me llevas a este lugar sin entorno. ¿Quién eres? Siento que te amo a ti también, comprendo que tú eres para mí. Se potencia, con este amor hacia ti, el que siento por ellas tres. Además me desconciertas pues… no siento culpa por amarte. Dime por qué. ¿Qué has hecho con mi cultura? ¿Es que todo esto está más allá del bien y del mal? ¡Responde!
_ Ámame y amarás aún más – me respondió – No preguntes, el amor engendra amor y da sabiduría. Ámame y sabrás cuánto las amas.

Mi amada desconocida me atrae hacia ella, acerca su boca a la mía y así, sin pensamientos beso esos labios bellos, puros, prístinos. Cierro los ojos, estoy viviendo todo con tanta intensidad…
Siento paz…
Abro lentamente los ojos frente a esta mujer a la que aún beso. Indago con el pensamiento: ¿Quién eres?. Me aparto suavemente un instante, puedo apreciar detrás de la figura de este nuevo amor un largo camino rodeado de pinos. Suspiro quedamente.
El verde adorna un paisaje sin horizonte. Tres figuras femeninas sobre el fondo. Son ellas vestidas de negro. Mamá con un pañuelo enjugando lágrimas, Clarissa con gesto compungido tratando de contener el desconsolado llanto de María Belén.
_ ¿Quién eres? – indago nuevamente.
_ No importa mi identidad, ya me has besado. Soy tuya y tú… eres mío.


© Armando V. Favore