Catamarca letras

sábado, septiembre 02, 2006

Cambios de estado

22/4/04
Recién entrada la primavera en Catamarca. La tarde apacible a la caída del sol era portadora de magia, los azahares desprendieron una andanada de fragancia que la suave brisa llevó hasta sus sentidos. De pronto, casi sin advertirlo, la mente atribulada por el cotidiano vivir cesó de trajinar, se dejó llevar por lo magnífico del momento, aspiró profundamente. Todo era perfecto para él. Ningún dolor o simple molestia, nada le perturbaba. Realmente un momento especial, nunca antes había experimentado esa sensación de placidez. Sentía flotar su cuerpo en un fluído acariciador, gozaba de él y con gestos suaves e involuntarios atraía más y más cantidad, para no saciarse nunca de aquella paz que vivía.
La magia se vio interrumpida por el llamado, el teléfono sonó largamente hasta que logró quitarlo de su éxtasis. Conservaba aún su estado de ánimo feliz al escuchar las lacónicas palabras que pronunciara el médico al otro lado de la línea. Debía ir al consultorio de inmediato, no había buenas nuevas. Después de su "ya voy doctor", comenzó a tomar contacto con la realidad recordando el motivo de los análisis, su molestia retornó, la paz iba dejando lugar a la tragedia. La mente comenzó a desembarazarse del narcótico que la naturaleza le inyectara apenas momentos antes. Recuperó la lucidez, rumiaba ya las palabras del doctor: "No hay buenas nuevas", "tengo que hablar de inmediato con Ud.", "las probabilidades son escasas". Retumbaban una y otra vez las recomendaciones, los retos, las palabras de consuelo y cuanta cosa buscó la familia para apuntalarlo. Comenzó a sentir falta de aire, la noche sin luna le provocó desasosiego, desamparo. Buscó en el interior de la vivienda un poco de calor de hogar, estaba solo. Lamó a su madre, casi a gritos y cuando recordó que ya no estaba en este mundo se sentò en una silla, extendiò un brazo sobre la mesa como implorando y llorò.