Catamarca letras

sábado, septiembre 02, 2006

La visita

9/11/04 - 251 palabras
Viniste a verme cuando menos te esperaba, tocaste a mi puerta y te atendí presuroso. Tu semblante indicaba todo lo que te ocurría, noté que aquella noche, y no sé cuántas más, no pudiste tan siquiera pegar un ojo. “Es que me duele, me duele mucho” atinaste a murmurar mientras te ofrecía mi sillón.
Me asustó la palidez de tu rostro, el hecho de que tu drama personal y ahora pasaba a ser mío, te quitara prácticamente el habla. Escribiste en un papel: “No quiero perderla Luis, es parte de mi ser, no sé que ocurrirá pero me sentiré una mutilada, ayúdame por favor, no doy más”
Luego de leer este texto te conduje donde estuvieras más cómoda, te pedí calma, que te relajes pongas la mente en blanco y me dieras unos minutos para meditar qué hacer, cómo arrancarte de llano este dolor, reconociendo ser en parte el responsable de tu sufrimiento.
Suavemente, al oído te susurré: “Sabes que no hay alternativa, que probablemente deberás perderla y aunque no lo creas será por tu bien, soy tu amigo y nunca de lastimaría, pero esto es así, pronto te resignarás, el tiempo aliviará tu mal y... olvidarás. Ahora permíteme que te ayude, que ahonde en ese ámbito donde radica tu dolor”.
Fue allí cuando te abriste a mí, por fin confiaste, finalmente yo era tu mano amiga y así lo comprendiste. Despaciosamente fui introduciéndolo, pude ver en tu interior, allí estaba, reflejándose en mi espejo tu maltrecha muela cariada.