Catamarca letras

sábado, septiembre 02, 2006

¿Loco?, ¿Cuerdo?

22/9/04
Me gusta encender un fósforo en la oscuridad, mirar con ese mortecino resplandor lo que me rodea. La efímera existencia de esa luz exige a mis sentidos total atención y entonces veo la rosa en su florero sobre la mesa oscura, el calendario colgando de la pared y tu piel blanca en el lecho. Luego, vuelvo a intentar dormir , junto a ti, junto al motivo de mis sueños, soñados en vigilia. Las noches son tan largas, los días extensos y muchas veces tediosos... creo que llegaré a enloquecer.
El amor que me prodigas anuda mi garganta, cuando en él pienso. La emoción invade mi alma al reflexionar acerca de lo nuestro, más no podré atarte a mi carro de cortejo fúnebre. Te digo que te apartes, que te vayas y rehagas tu vida. ¡Vete!, mi dulce amor. ¡Vete!, abandona este barco herido de muerte. ¡Vive! Reanuda tu existencia en pos de alguien que pueda cuidarte y protegerte; sólo soy un problema para ti . Mi enfermedad no desaparecerá y ya no te puedo amar.
Sobre la mesa estaba el papel, junto a la rosa, lo trajiste tú. Lo viste, sabías lo que decía, más entraste en nuestro lecho, te fusionaste con mi cuerpo ahora prohibido y me diste tu vida.
Sellaste con tu sangre el pacto de amor entre los dos. Lo supe luego, en la mañana que fui tempranito lo vi, doblado en cuatro; al extenderlo la luz del alba permitió la lectura: “Positivo, debe evitarse el contacto con otras personas”.
Acongojada lloré junto a ti, besé tu mano laxa aún. Te dije una y mil veces que estabas loco, que debías abandonarme como la hecho mi salud, como la hecho tu cordura. ¡Vete! Te dije y no...
Mis sollozos te despertaron , mis lágrimas bañaron tu rostro y en el salado sabor buscaste mis ojos. “Calma, me dijiste, “calma amor. Leí el informe, hablé con el médico y decidí no abandonarte. Si mueres, muero contigo, por eso me aferré a mi única esperanza: tu amor. Vivamos lo que nos quede juntos”.
No podía discernir, todo resultaba confuso, pero luego de sentir tu amor y haber vivido esta experiencia, busqué comprenderte.
Como te digo, ahora no me parece tanta locura.