Catamarca letras

sábado, septiembre 02, 2006

La Carta

19/7/04
- ¡Marina, Marina, mi amor!... Roque se agitó mientras transpiraba copiosamente.
- ¡Está decidido!. Dije que lo haré y no me voy a echar atrás. Finalmente debo hacer lo correcto, cortaré esa relación. Le diré que lo nuestro no puede ser, que yo tengo ya mi compromiso y no voy a tirar tantos años por la borda. Sería un irresponsable si actuara de esa manera. ¡Haré lo correcto!. Le escribiré una carta y allí explicaré todos los detalles de porqué lo nuestro no debe avanzar, aunque la razón es justificable a ojos vistas. Además, ella sabía de antemano mi condición y sin embargo... me encandiló con enormes ojos negros rodeados por pestañas larguísimas que acarician con solo verlas. Conquistó mis sentidos con labios sensuales, una naricita apenas destacada entre las rojas mejillas, el aterciopelado cabello azabache y su figura... tan espléndida, esbelta, con formas delicadas y profundamente femeninas. Una mujer irresistible. Pero yo... yo no podía fijarme en ella, no podía atender a la voz celestial de Marina. Mi compromiso anterior... Marina, ¿por qué tuve que conocerte? ¿por qué no estuviste antes dentro de mí como lo estás ahora? Marina... tan sólo una mente triste y atormentada quedará de mí, todo lo demás te pertenece y lo llevarás, sólo este despojo permanecerá. Aunque la vida me vaya en ello... ¡Debo escribir ya esa carta! ¡Ya!
Roque se sentó frente al escritorio, sacó unas hojas borrador y comenzó a escribir con sentimiento, más cuando la lapicera avanzó sobre una frase como ”no podremos continu...” , de pronto la tinta dejó de fluir. Roque insiste pero no hay caso, al probar en otro papel ve que el bolígrafo escribe más al volver a la frase se frustra el intento. Pierde la paciencia y arroja el bolígrafo al piso: en ese momento escucha un “¡Ay!” seguido de un “¡cuidado, como lo vas a tirar así”!.
Asombrado vio al papel borrador contorsionarse y le pareció que le hablaba.
- Levántala por favor debes ser más amable con nosotros
- Pero, si Uds. son cosas, ¿cómo es que me hablan?
- Seremos eso que dices, pero también tus ayudante, sin nosotros no podrías escribir.
- ¡Es verdad!, sin embargo tu amiga la lapicera no quiere dejar fluir la tinta. Entonces... no entiendo.
- Se llama Bolígrafo y yo Papel.
- Estamos a tu servicio – terció Bolígrafo – pero no para que cometas errores.
- A ver si nos entendemos, simplemente deseo volcar unas letras y no me dejan. ¿Qué les importa a Uds. de qué se trata, o si hago un dibujo o lo que sea?
- Es que queremos lo mejor para ti – dijo Papel -. Eres un hombre esencialmente bueno, de un gran corazón. Hace tanto tiempo que observamos tu forma de dar amor a las personas que te visitan, a las que buscan tu consejo... has hecho tanto bien a tantas almas doloridas, siempre con una palabra de amor en tus labios.
- Yo me sentía orgulloso dejando que mi sangre azul escribiera notas a las autoridades para mejorar la vida de la comunidad, o aquélla memorable que cruzó el Atlántico para llegar a quien podría solucionar ese pedido tan grande para la escuela.
- ¡Sí!, ambos estamos muy orgullosos de ti y queremos lo mejor.
- ¡Sí! Mereces, una vez que tocan a tu puerta con tanta fuerza, con tanto respeto, pero con el grito ahogado de quien reclama amor, que puedas dar una respuesta afirmativa.
- ¡Sí! Y no esto... Tu renuncia por lo que otros llamarían un amor prohibido es inexcusable. La dulce Marina.. no puedes condenarla a esta pérdida, que tampoco tú mereces.
- Pero ¿Cómo saben todo esto, qué saben de Marina?
- Vamos - dijo Bolígrafo – yo la ayudé a escribir su diario íntimo, en esos domingos que se quedaba hasta el mediodía
- Bueno –dijo Roque – tampoco se deben revelar las intimidades de un diario íntimo.
- No, por supuesto, pero conozco los sentimientos de Marina. Al contarle a Papel hemos llegado juntos a la misma conclusión.
- ¿Cuál?
- ¡Que Marina te ama, Roque! – gritaron al unísono Bolígrafo y Papel. Por eso es que no vamos a dejarte escribir la carta de tu destrucción.
Roque comprendió, la carta debería ser de otro tenor y no dirigida a Marina precisamente.
Alguien tocó a la puerta. Roque salía abruptamente de su letargo al escuchar:
- Padre Roque, despiértese rápido que hoy hay misa de 7. Ha venido la niña Marina, dice que tiene que hablar urgente con Ud.